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lunes, 8 de octubre de 2012

Dedicado a aquellos que corrieron por 1a. vez una MARATON


La historia de Jesús, el nacimiento de un maratonista


Solía preferir estar de fiesta tomando un buen trago, viviendo de noche, antes que disfrutar de una mañana de entrenamiento hasta que se dio cuenta que vivir así no estaba siendo sana. Con la motivación correcta y sabiendo exactamente sus limitaciones, vio en el running una actividad que podría hacer regularmente.
Compró libros, zapatillas y empezó a seguir a gente en Twitter para entender de qué se trataba esto. Dejó de ir a fiestas pero estaba empezando a sentirle el gustito a correr: desde mayo a octubre anduvo 600 km. Nada podía detenerlo.
Jesús sintió que su nuevo yo había nacido. Empezó a entender del cuerpo humano y se interesó por temas y se sorprendió con la teoría de que los humanos habían ido evolucionando para convertirse en corredores de largas distancias para poder cazar.
Leyó sobre la historia del maratón: la leyenda de Pheidippides y demás historias. Entendió que su costado nerd le estaba empezando a servir para ser un maratonista. Decidió correr el maratón de Frankfurt, el primero de su vida, y su aproximación al asunto fue como una defensa de tesis, o una primera conferencia: no podía estar más nervioso. Fue el 30 de octubre de 2011.
Había hecho tanta investigación sobre cada asunto que sabía exactamente qué hacer para evitar todo lo malo y cómo potenciar todo lo bueno. Estaba listo, se dijo a sí mismo: “aqué estoy: es la gloria o una ambulancia”.
Jesús recordaba, ya corriendo entre el km 1 y el 35, una frase del documental “Run for your life”: “No todos podemos ser actores, cantantes, actuar en un escenario, pero por esa vez, es día, a esa hora, cuando estás ahí ese es tu escenario, tu momento”.
Jesús se sentía asombroso y corrió los primeros 10km como si fuera a ganar el maratón. Le era difícil mantener las emociones a raya, una gran lección de vida. Estaba entrenado para pasar hasta el km 30 disfrutando cada momento pero el punto de quiebre llegó al 35. Fue cuando le estalló un dolor en un lugar que jamás había sentido jamás (los huesos de los pies).
El dolor estaba más allá de lo tolerable, hasta hizo que Jesús se pusiera a llorar. Tuvo que parar a ser asistido. No sabía si iba a poder seguir. Decidió seguir aplicando el principio de “un paso tras otro”. Aunque su mente le decía que pare, siguió andando.
En el km40 encontró a un amigo que había ido a alentarlo, y en ese momento entendió que ya estaba y corrió como un kenyata (o eso sintió él). Dice que esos últimos kilómetros fueron los mejores que jamás corrió. Terminó con un tiempo de 5:53:03 y en la meta lloró como un bebé, según sus propias palabras. Dice que se conoció a sí mismo porque tuvo que estar 6 horas consigo mismo, el dolor que tuvo tenía que ser atravesado en vistas de la alternativa, que para él, era mucho peor. Jesús peleó seis horas entre la agonía y el optimismo y ganó sobre la adversidad.


Fuente: guialap.com

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